En la exitosa y aplaudida presentación del colectivo chileno en NPR, el vestuario de Catalina Devia, académica de la Universidad Finis Terrae, se convirtió en un elemento clave de la propuesta visual. Camuflados con la escenografía, los músicos se mezclaron con el fondo en una puesta en escena tan divertida como precisa.
Por Natalia Cáceres y Alejandro Rodríguez
El Tiny Desk de 31 Minutos fue un fenómeno inmediato: miles de reproducciones, memes, comentarios y una ola de cariño hacia el programa chileno que volvió a conquistar a un público global. Pero detrás de ese humor visual, de esos músicos que parecían desaparecer en su propio escenario, hubo un intenso trabajo de diseño escénico encabezado por Catalina Devia.
Con más de 25 años de experiencia en el diseño teatral y docente en la Universidad Finis Terrae, Devia fue la encargada de hacer realidad una idea nacida del equipo creativo del programa: lograr que los intérpretes se camuflaran con el fondo del set, en un juego visual que combinara técnica y humor. Lo que para algunos puede sonar simple, se transformó en un desafío de escala, materiales y perspectiva.
“Camuflarse con el espacio” no era solo un recurso cómico, sino también una forma de diálogo entre cuerpo y entorno. Las telas debían reproducir el fondo del Tiny Desk con precisión, pero al colocarlas sobre los músicos se deformaban, se curvaban, se movían. La diseñadora tuvo que imprimir, ajustar y probar varias veces hasta que el resultado final logrará el efecto buscado, desaparecer sin perder presencia.
El impacto fue inmediato. El público y los medios destacaron la propuesta visual tanto como la música. Para Devia, el proyecto confirmó que el diseño escénico, incluso en formatos tan pequeños, puede ser una herramienta narrativa que amplifica el humor, la música y el espíritu del espectáculo.
Catalina Devia: «Para mí ha sido un regalo trabajar con 31 Minutos»
¿Catalina, cómo se dio la invitación de 31 Minutos para que diseñara el vestuario del Tiny Desk?
Me contactaron directamente. Ya el semestre pasado había trabajado con ellos diseñando el vestuario para los músicos en Radio Guaripolo 2, el show del Movistar Arena. Desde entonces nos conocíamos, así que cuando surgió esta nueva necesidad de vestuario para el Tiny Desk, me llamaron y acepté feliz.
-¿Tuvo que trasladarse a Estados Unidos para trabajar en la producción o lo hizo desde Chile?
-No, todo lo hice desde Santiago. Compré los materiales, mandé a imprimir las telas, eso fue en Independencia, y luego trabajé con Sergio Aravena, el realizador de vestuario, que vive en La Florida. En el fondo, fue una triangulación entre 31 Minutos (que está en la calle Mata), Independencia y La Florida. Todo se resolvió acá, con mucha precisión a distancia.
-¿Qué mensaje visual buscaba transmitir con el vestuario del Tiny Desk?
-La idea del camuflaje vino de Álvaro Díaz y Francisco Schultz, los directores de 31 Minutos. Ellos querían que los músicos se “fundieran” con la escena, y mi tarea fue hacer posible esa idea. El objetivo era muy claro: debían camuflarse con el fondo. Parecía simple, pero tuvo muchas dificultades técnicas. La escala de las imágenes, la calidad de las referencias, los distintos cuerpos y volúmenes, el espacio tan apretado… todo eso hacía complejo lograr que el efecto funcionara visualmente.
-¿Había hecho antes proyectos de esta escala o con tanta repercusión internacional?
-Creo que este es el que ha tenido mayor impacto, sobre todo por la cantidad de reproducciones y la visibilidad que tuvo. Llevo 25 años trabajando en diseño escénico y, aunque este fue uno más dentro de la rutina, la repercusión lo vuelve especial. Uno está acostumbrado a giras internacionales con teatro, que son muy significativas, pero no alcanzan esta masividad popular. Esta experiencia ha sido muy distinta por eso.
-¿Qué tipo de reacciones o feedback ha recibido del público y de la crítica en general?
-El feedback ha sido increíble. Desde colegas que sabían que estaba en el proyecto, aunque lo mantuve en secreto por un tiempo, porque la idea era que fuera una sorpresa, hasta fanáticos de 31 Minutos en distintos países. Me sorprendió la magnitud del cariño que genera el grupo. Para mí ha sido un regalo trabajar con ellos, tanto en el Movistar Arena como en el Tiny Desk. 31 Minutos es una tremenda escuela creativa, por donde han pasado muchos diseñadores escénicos. Me alegra haber coincidido con ellos justo ahora.

