Ex seleccionada venezolana y ex entrenadora de la selección chilena de natación artística, Patricia Camarán impulsó en el Stadio Italiano un proyecto pionero que unió el deporte con la inclusión.
Por Natalia Cáceres
Desde pequeña, Patricia Camarán creció rodeada de historias de esfuerzo y empatía. Su madre, licenciada en educación diferencial, la acercó al mundo de la discapacidad mucho antes de que descubriera su otra gran pasión: la natación artística. Nacida en Venezuela, Patricia fue seleccionada nacional de su país antes de trasladarse a Chile, donde continuó su carrera en el agua, esta vez desde el otro lado del borde de la piscina, como entrenadora.
Su paso por la Selección Nacional de Natación Artística de Chile y luego por el Club Stadio Italiano marcaron etapas clave en su trayectoria. Pero fue allí donde decidió dar un salto distinto: integrar la inclusión al deporte competitivo. En 2023 propuso al club formar el primer equipo de natación artística conformado por jóvenes con síndrome de Down, una idea que transformó no solo su manera de enseñar, sino también la de mirar el deporte.
Hoy, radicada en Seattle, Estados Unidos, Patricia continúa ligada a la natación artística. Su experiencia en Chile la marcó profundamente y le recordó que la verdadera sincronía no solo se encuentra en el agua, sino también en la empatía, la paciencia y la vocación por enseñar.
Patricia Camarán y su equipo en el Stadio Italiano
–¿De dónde nace su vínculo con las personas con discapacidad?
-Desde muy pequeña he convivido con personas con discapacidad porque mi mamá es licenciada en educación diferencial. Crecí en ese entorno, viendo cómo se podía enseñar con cariño y con paciencia, eso me marcó mucho. Desde hace años tenía la idea de crear un equipo inclusivo, pero no había encontrado el momento para hacerlo realidad.
–¿Cómo surgió la idea de formar un equipo de natación artística con síndrome de Down?
-La idea nació el año pasado, cuando le propuse al Stadio Italiano crear un equipo con discapacidad, especialmente con síndrome de Down. Me inspiré en una entrenadora venezolana que dirige la selección de Estados Unidos de personas con síndrome de Down y ella me ayudó a guiarme sobre cómo llevar los entrenamientos y cómo competir.
–¿Cómo fue la recepción del club y el inicio del proyecto?
-El Stadio Italiano me apoyó de inmediato. Tuvimos una reunión para definir cómo empezar y en febrero lanzamos la convocatoria. Gracias a la difusión llegaron cinco niñas con síndrome de Down, llenas de energía y entusiasmo. Desde el primer entrenamiento supe que iba a ser algo muy especial.
-¿Qué es lo que más le ha enseñado esta experiencia?
-Me encanta enseñar, pero con ellas he aprendido aún más. Admiro su amor por lo que hacen, sus ganas de salir adelante a pesar de las dificultades, su perseverancia. Nunca se cansan de intentar hasta lograrlo. Creo que esa es la esencia del deporte y de la inclusión: no rendirse.

